Conferencia en El Pinar – Logosofía práctica: Las defensas mentales.

By 11 de septiembre de 2018mayo 28th, 2019Últimas noticias
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«Es que, aparte de los conocimientos comunes, se hace necesario equipar la mente con ciertos recursos de efectos positivos e instantáneos y adiestrarse en el manejo de los mismos. Estas son precisamente las defensas mentales que la Logosofía enseña a crear. Es una especie de esgrima mental, que requiere un entrenamiento diario para mantener ágil la mente.«

Tema: «Logosofía práctica: Las defensas mentales»

Lugar: Instituto Educativo del Pinar (IEP).

Fecha: Jueves 8 de noviembre.

Hora:  19:00

Dirección: Av. Guillermo Pérez Butler P14 – El Pinar, Canelones.

No es necesario leer para entender la conferencia, pero dejamos a continuación un extracto del libro Curso de Iniciación Logosófica donde el autor explica su original concepto de defensas mentales para quienes quieran interiorizarse a priori en el concepto.

El libro puede ser descargado aquí.

PRONUNCIAMIENTO LOGOSOFICO SOBRE LAS DEFENSAS MENTALES DEL HOMBRE

98. Nunca como en los tiempos presentes ha sido tan necesario, útil y aleccionador el conocimiento de las defensas mentales que cada individuo puede instituir a voluntad para preservarse de los males que constantemente acechan su integridad física, moral y espiritual. Males que en la mayoría de los casos terminan por someterlo a voluntades ajenas, a influencias de ambientes, sean políticos, religiosos, ideológicos o de cualquier otra índole. Más aún, ese desconocimiento que le impide establecer sus propias defensas mentales torna al hombre inseguro, temeroso y vacilante ante cada situación de las tantas que se promueven en el curso de la vida.

99. El cuadro que estamos presentando muestra, con clara y reiterada frecuencia, que un ser en esas condiciones carece de recursos mentales para encarar con decisión, cada acto, problema o situación que le exija soluciones o resoluciones inmediatas. ¿Cómo puede desenvolverse la vida de un hombre en semejantes condiciones? ¿Qué autoridad posee su opinión o su palabra si la tiene enajenada o supeditada a otras opiniones? ¿No es éste acaso el factor decisivo, la causa real de que una enorme cantidad de seres se entreguen indefensos y queden absorbidos por la «masa», esa masa que los aglutina en exóticas ideologías o en la dialéctica fascinante de la demagogia? Dudarlo sería caer en la temeraria ingenuidad o volver la espalda a un hecho reiterado que habrá de golpear duramente el destino del indiferente.

100. Antes de dar a conocer el pronunciamiento logosófico sobre defensas mentales queremos establecer, para que no haya dudas, las causas determinantes de esa falta de estabilidad psicológica, o sea, como hemos dicho, de ese estado de desamparo mental en que se encuentran muchísimos seres humanos.

101. El desamparo mental comienza a experimentarse en la niñez, sigue en la juventud y continua en la edad madura. Nunca hubo en la edad escolar, en el ciclo medio ni en las universidades, enseñanza alguna que instruyera al hombre desde temprana edad sobre la forma de resguardar su integridad psicológica, mental y moral. No se le ha enseñado a buscar y encontrar los recursos imponderables que contiene su mente y, en especial modo, a conocer el uso de sus defensas mentales. De haberse instituido esa preparación en la enseñanza oficial, no habría llegado la humanidad a la encrucijada lamentable y peligrosa en que hoy se encuentra. Ha existido, no cabe duda, una injustificada indiferencia en los responsables de la conducción docente o bien un absoluto desconocimiento de las posibilidades humanas con respecto a sus propias defensas mentales.

102. Aparte de lo que acabamos de señalar, hay algo necesario de ser examinado a la luz de reflexiones y observaciones hechas con amplio criterio humanista y racional. Nos estamos refiriendo al tratamiento que suele dársele a la niñez en ciertos sectores de la comunidad humana, especialmente los religiosos. En efecto desde siglos se ha venido inculcando en las criaturas creencias reñidas con la razón, con miras a someter la mente infantil a un molde, a una especie de marca de fábrica impresa en el alma, que difícilmente pueden borrar luego, al crecer en edad. Unos les inculcan el temor a Dios, pero, naturalmente, haciéndoles creer que profesar su culto asegura la salvación. Otros les dicen que si se apartan de las tradiciones, ritos y prácticas serán perseguidos eternamente y sufrirán cruel destino. En términos más o menos parecidos se han expedido y siguen expidiéndose otras sectas y corrientes seudoespiritualistas.

103. Coinciden en el método –aunque parezca paradójico– las comunidades que obedecen al rigor de ideologías extremistas, porque al igual que las religiones, contravienen la Ley Suprema que concede al hombre la más amplia libertad de pensar, de sentir, de moverse y actuar conforme lo determina el pronunciamiento universal, que lo ha creado libre y soberano de su vida.

104. Lo cierto es que no se ha examinado esta cuestión con la debida seriedad y conciencia de su vital importancia. Por nuestra parte, estimamos un deber justificar en cierto modo ese desentendimiento de educadores y padres de familia, por cuanto ellos mismos, en número considerable, fueron sometidos a su tiempo a similares procedimientos. Por lo tanto ¿cómo descubrir en hijos o alumnos esa particularidad incrustada previamente en sus propias vidas? Es lógico que para poder observar con libertad de juicio la anomalía que hemos señalado se deba eliminar antes la traba que lo impide, cosa harto difícil en quienes ni siquiera sospechan la existencia en sí mismos de semejante impedimento.

105. La Logosofía, que penetra con singular profundidad en las causas, aun las más ocultas, y extrayéndolas de las negruras del abismo las descubre a la inteligencia humana, declara que es precisamente en la mente de los niños donde se produce la psiqueálisis (Neologismo logosófico: se aplica a la paralización de una zona mental, afectada por prejuicios dogmáticos), o sea la paralización de una zona mental que altera la facultad de entender, que es, justamente, la que debe usar el hombre para discernir respecto al delicadísimo problema de su inhibición espiritual. Nuestra larga experiencia en este género de investigaciones nos ha permitido comprobar lo siguiente:

1) Que sin el auxilio de los conocimientos logosóficos, las mentes con psiqueálisis por efectos de la presión moral ejercida durante la niñez son incapaces de reaccionar y liberarse de esa postración espiritual.
2) Que los que se auxilian con el conocimiento logosófico logran emanciparse de esa esclavitud mental, tras valiente y empeñosa lucha contra el virus dogmático que les fuera inoculado en la infancia.
3) Que la alegría y felicidad de quienes se liberan de la psiqueálisis es tal que no encuentran palabras para expresarlo. Nadie puede, en efecto, imaginar la sensación de alivio que experimenta la criatura, el joven o el hombre cuando han recobrado la libre determinación de sus facultades mentales y de sus pensamientos.

106. Queremos dejar perfectamente establecido el humanitario propósito que nos guía: modificar un estado de cosas que afecta profundamente al alma humana, por ser ése el origen de muchos de los males que padece. Se le ha inculcado al hombre desde su infancia una fe abstracta, a costa de la fe en sí mismo. La Logosofía, con insuperable método, restituye al hombre su fe la verdadera, la que surge de su propia conciencia, libre de toda presión moral, psicológica o espiritual. Este solo hecho cobra un valor sin precedentes en la historia de la psicología humana.

107. La Logosofía restituye esa fe mediante la realización sobre la cual se basa la confianza en sí mismo, o sea, lleva al hombre al dominio consciente de sus posibilidades, de sus recursos internos, de sus pensamientos, a la organización de sus sistemas mental, sensible e instintivo, etc. Para ello ha instituido, como única forma de alcanzar tan imponderable desiderátum, el proceso de evolución consciente, concretado en un cultivo racional, madurado y sistemático de condiciones que definen la vida superior.

108. Vamos a destacar, como uno de sus resultados el que distinguimos muy especialmente con el nombre de «defensas mentales».

109. Hemos visto. a través de lo expuesto, que el individuo carece de defensas mentales porque no tiene una exacta noción de su capacidad defensiva (nos estamos refiriendo siempre a la mental). Carece de tales defensas porque ignora cómo crearlas y cómo servirse de ellas con eficacia.

110. Hemos señalado también, como una de las principalísimas causas que atentan contra las defensas mentales de los seres humanos, las creencias –cualquiera sea su origen y naturaleza–, porque invalidan la facultad de razonar, de pensar y de entender. Cuando estas facultades operan sin trabas, sus funciones movilizan la voluntad y permiten al hombre juzgar y resolver por propia cuenta.

111. El error de muchos es creer que saben defenderse de agentes externos a su persona, de acechos, intrigas, tentaciones y tantos otros enredos intencionales a que se ven expuestos por la malicia ajena. La Logosofía enseña al individuo a organizar sus defensas mentales, y lo hace principiando por establecerlas en lo interno de cada cual. Es necesario conocer, ante todo, una realidad que habrá de servir para modificar sustancialmente toda apreciación que antes se haya hecho al respecto. Nos estamos refiriendo a los pensamientos, deficiencias, etc. Quien permanezca ajeno a esta realidad, no vinculándose a ella por medio del conocimiento logosófico, desaprovechará la oportunidad de crear sus defensas mentales a corto tiempo y, por lo tanto, continuará expuesto a las contingencias de la adversidad, de esa adversidad que su misma ignorancia atrae le continuo. No negamos que haya personas capaces de crear esas defensas sin la asistencia de la Logosofía, pero a costa de cuántas experiencias, a veces dolorosas, y cuando ya su vida ha entrado poco menos que en declive. Lo que interesa, lo que debe interesar firmemente, es que no sean unos pocos sino muchos los que se beneficien con estos conocimientos.

112. Cuando el hombre aprende a conocer sus propios pensamientos, los localiza en su mente y los selecciona para servirse de los mejores; y cuando sabe que puede crear pensamientos propios en vez de usar los ajenos, y ejercita su facultad de pensar, ya está en posesión de una clave para dominar su campo mental y establecer sus defensas mentales. Pero aún deberá conocer a fondo sus deficiencias psicológicas y luchar contra ellas a fin de vencerlas y eliminarlas para no ofrecer puntos vulnerables a su persona física, moral y espiritual.

113. Puede pensarse que el dominio de una ciencia, profesión o arte son suficientes para resguardarse de todas las contingencias adversas de la vida, porque habrá siempre un recurso a mano para la propia defensa. Sin embargo, no se puede decir que ello baste. Lo prueban con harta elocuencia los reiterados fracasos de quienes, pese a su capacitación no saben afrontar debidamente las situaciones difíciles que se les crean. Es que, aparte de los conocimientos comunes, se hace necesario equipar la mente con ciertos recursos de efectos positivos e instantáneos y adiestrarse en el manejo de los mismos. Estas son precisamente las defensas mentales que la Logosofía enseña a crear. Es una especie de esgrima mental, que requiere un entrenamiento diario para mantener ágil la mente. La experiencia constituye, pues, el medio natural donde cada uno habrá de comprobar la eficacia de nuestro método en este importante aspecto de su aplicación.